Chirinos y Chanfalla son dos «cómicos de la legua» o más bien dos vendedores de humo que presentan un retablo de figuras, cuando en realidad no existe nada, solo palabras.
Con esta excusa estos dos pícaros entran en el pueblo para engañar a toda su población, sea cual fuere su estatus social.

   Cervantes habla de la credulidad de la gente, que da importancia a las apariencias, a la moral y a la honra, y lo hace mediante los personajes del pueblo que son engañados por el miedo al ridículo y al sentirse diferente. Esto manifiesta claramente la incultura de la gente que quiere aparentar lo que en realidad no es.

   El retablo de las maravillas, es uno de los entremeses más perfectos, estructuralmente, de los ocho de Cervantes. Presenta el mundo de la picaresca, la burla y el engaño, el teatro dentro del teatro y además critica algunos aspectos sociales de la época, tanto de la clase alta como de la clase baja, que bajo la ignorancia y la falta de pensamiento crítico juzgan y creen todo lo que se les dice y viven su vida bajo el engaño, la mentira y la apariencia. Algo que trasladado a la actualidad, nos lleva a reflexionar, por ejemplo, en cómo nos afectan las redes sociales y otras influencias.

«…el sigo XXI reposa en un nido de retablos de las maravillas por doquier. La imaginación es un arma de doble filo, la misma cosa, en un mismo instante, te hace pasar desde la gloria bendita a lo más oscuro de tu propio infierno interior.
Cuando te miento con una verdad tu alma es mía…» Javier Mañón, director artístico de Umbra